CRÓNICA Me piden que redacte la crónica de
la ruta 56 de la
Asociación Os Sendeiros y acepto con gusto. Antes de comenzar, una
pequeña advertencia al lector: voy a contar la ruta tal y como yo la he
vivido y disfrutado aunque, a lo mejor, no coincida con la impresión del
resto de participantes. Digo esto porque, para mí, un día de marcha con
Os Sendeiros es un día especial. Vengo a
Foz de vacaciones
y no tengo la posibilidad de ir a todas las rutas (ya me gustaría), asi
que disfruto a tope de aquellas en las que participo y descubro lugares
y gentes cada vez mejores.
Bueno, dicho esto, ahí va la crónica:
A las 7.00 de la mañana 36 senderistas salimos de
Foz, más dormidos
que despiertos, para hacer la ruta del
Camino Real (Esgos-Orense). Hay poca luz, porque está amaneciendo,
pero, al atravesar la ría, me llama la atención el reflejo rosado del
cielo en el agua. El autobús continúa dirección a Lugo. Venimos en
silencio porque la mayoría de los senderistas aprovecha para echar un
sueño. A los pocos que quedamos despiertos nos preocupa un poco el
tiempo, hay mucha niebla y llueve; pero, al parar a desayunar, ya en la
provincia de Orense, brilla el sol.
Subimos de nuevo al autobús para hacer el último tramo
hasta nuestro punto de partida y Ana aprovecha para informarnos a cerca
de un nuevo modelo de camiseta para las chicas de la Asociación, más
modernas, muy monas. Por supuesto, casi todas las féminas nos la hemos
comprado y los varones han aprovechado para reivindicar un nuevo modelo
de camiseta también para ellos, del tipo ajustada con tirantes, para
marcar músculo.
Llegamos al pueblo de
Esgos a las 10.35. Es un lugar tranquilo, muy cerca de
Orense capital. Salimos del pueblo y tomamos una senda preciosa: a
la izquierda se levanta una valla de piedra que nos va limitando el
camino, la vegetación que nos rodea es totalmente autóctona,
principalmente de robles, y caminamos sobre un suelo que va a estar
empedrado en la mayor parte del recorrido.
La primera construcción de piedra que encontramos es
muy curiosa. Se llama el
Peto Das Ánimas y consta de de dos hornacinas donde parece
que se colocaban imágenes de Santos y Vírgenes. Continuamos la senda
arbolada, muy fresca, y llegamos a la segunda construcción, el
Monasterio de San Pedro de Rocas, monumento del S. VI (573)
declarado Histórico-Artístico y que me ha sorprendido gratamente. Se
trata de un conjunto arquitectónico que comprende varios edificios. En
primer lugar, el monasterio propiamente dicho, donde vivían los monjes
en comunidades de pocos miembros y que está muy rehabilitado. La
iglesia, del siglo VI, que es el más impresionante, con tres capillas
excavadas en la roca (llamadas trogloditas) y con el suelo cubierto de
tumbas excavadas también y con la forma del cuerpo humano. Tras la
iglesia, encontramos el campanario, construido sobre un promontorio
rocoso en los siglos XVI-XVII, un pequeño cementerio del siglo XIX y una
fuente.
Continuamos el camino empedrado con algunas pequeñas
subidas y, al llegar a cierta altura, podemos disfrutar de una magnífica
vista de la ciudad de
Orense.
Finalizamos el camino en el mismo punto donde empezamos, el pueblo de
Esgos. Al llegar sudorosos y cansados nos espera una
magnífica piscina, con
merendero y sombras donde, para nuestra desgracia, no podremos ir
porque, al ser las fiestas, el encargado, a pesar de haberse
comprometido, decide no abrir. No hay problema, buscamos un lugar para
comer y los que han traído comida la comparten con los demás. Nadie se
queda sin comer y todo está buenísimo, especialmente la tortilla de
patatas de Julita.
Subimos al autobús para volver a
Foz. En el
trayecto se echan en falta las habituales canciones de los senderistas,
quizás porque esta vez faltaba el “Presi”.
Hemos disfrutado de un gran día, compartiendo camino y
comida. Cada vez me gusta más esta tierra y su gente. Hasta la próxima.
Ana (la madrileña)
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